Mira, te voy a hablar claro.

El Seo es una puñetera pesadilla.

Habrás escuchado eso de que: si no estás en Internet no existes.

Pues es verdad. Ni existes tú, ni existe tu negocio.

Pero, la cosa no queda ahí.

Somos gente muy ocupada. Tan ocupada que, la mayor parte de las personas, no se molestan en pasar a la segunda página del navegador.

Algunos sí, pocos, pero sí.

¿Por qué?

Porque la primera página está llena hasta los topes de los anuncios de pago.

Cuando se acaban los de los que pagan empiezan los de la gente de a pie.

La única herramienta de la que disponemos para convencer a Google de que “nos suba parriba” hacia buenas posiciones, es el puñetero Seo.

Es decir, darle de comer un montón de palabras clave al gran tiburón, ricas y suculentas que, según él, corresponden a lo que la gente le pide en el buscador.

Vamos, que, por ejemplo:

Tú tienes una tienda de zapatillas, pongamos por caso. Y te curras un texto chulo y bonito con las características de las zapatillas, lo confortables que son, los materiales y la calidad.

No te vas a comer un rosco.

Porque la gente pone cosas del estilo: “zapatillas pa correr”, “zapatillas de estar por casa”.

En fin, ya me entiendes.

O sea que lo que prevalece no es tu texto estupendo sin faltas de ortografía y escrito con primor. Lo que prevalece es como la gente busca.

El objetivo de un consultor Seo no es dejarte una web bonita que te deje extasiado.

El buen consultor Seo, te va a coger tu página, la va a dar la vuelta del revés, te va a cambiar todo lo que haga falta para que a Google le guste.

A Google no a ti.

No te imagines que vas a aparecer en la primera página. Seguramente no. Todo el mundo no cabe en la primera. Pero si vas fluctuando entre las 7 primeras estarás más que satisfecho.

Un consultor Seo no te dejará la web más bonita del mundo (hará lo que pueda, claro, pero hay que ir a lo práctico), pero hará que pases de estar en la página 200 y no te vea nadie a que estés en una posición decente.

Aquí te lo explico más bonito, por si te has quedado llorando en un rincón. Pero, créeme, es lo que hay.

Si quieres mis servicios, ya sabes, la cruda realidad.